Cuando un niño sufre de ira, es difícil para los padres. Algunos niños se irritan rápidamente y pueden ponerse nerviosos por situaciones aparentemente insignificantes. Gritan e incluso pueden volverse combativos.
Si su hijo tiene arrebatos de furia, sobre todo si su ira está interfiriendo en su calidad de vida y en sus relaciones, es fundamental que le eduque sobre cómo gestionar sus emociones de forma saludable. El consejo de un profesional de la salud mental también puede ser muy beneficioso.
Enseñe a sus hijos sobre las emociones
Cuando los niños no son capaces de comunicar o entender su frustración, son más propensos a arremeter. Un niño que no es capaz de verbalizar “¡Estoy enfadado!” puede intentar expresar su ira actuando. Un niño que no es capaz de entender o expresar su tristeza puede comportarse mal para obtener su atención.
Empiece por enseñar a su hijo términos emocionales sencillos como “enfadado”, “feliz”, “triste” y “asustado” para ayudarle a entender y definir sus emociones. Etiqueta las emociones de tu hijo por él y con el tiempo aprenderá a etiquetar sus propios sentimientos.
Enséñele a su hijo términos de sentimientos más avanzados como “insatisfecho”, “decepcionado”, “asustado” y “solo” a medida que tenga un conocimiento más profundo de sus sentimientos y de cómo articularlos.
Haga un termómetro de la ira personalizado
Los termómetros de la ira son dispositivos que ayudan a los niños a reconocer cuándo está creciendo su ira. En una hoja de papel, trace un enorme termómetro. Comienza por la parte inferior con un cero y ve subiendo hasta la parte superior del termómetro, donde encontrarás un diez.
Hable de lo que ocurre en el cuerpo de su hijo en cada número del termómetro cuando no está irritado o furioso. Cuando su hijo está en el nivel 0, puede parecer que está sonriendo, pero en el nivel 5, puede parecer que está enfadado. A los dos años, pueden sentir que su cara se calienta, y cuando tienen siete, pueden cerrar los puños con las manos.
Cuando los niños utilizan el termómetro, aprenden a identificar cuándo están experimentando rabia. Pronto entenderán que cuando su temperatura de ira empieza a aumentar, alejarse puede ayudarles a calmarse.
Haga un plan para calmarse
Enseñe a los niños qué hacer si se enfadan. Cuando estén enfadados, pueden retirarse a su habitación o a una “zona de calma” designada en lugar de lanzar bloques. Pídeles que lean un libro, que coloreen, que escriban en su diario o que hagan algo relajante hasta que se sientan mejor. Incluso puedes preparar un paquete de relajación.
Desarrollar técnicas de control de la ira
Enseñar técnicas particulares de control de la ira a un niño que está enfadado es uno de los mejores métodos para ayudarle. Por ejemplo, cuando tu hijo esté descontento, respirar profundamente puede ayudar a calmar su cuerpo y su mente. Dar un pequeño paseo, contar hasta diez o repetir una frase tranquilizadora también puede ser beneficioso. Cuando están angustiados, algunos niños necesitan mucha orientación para ayudarles a practicar esas habilidades.
No se deje llevar por las rabietas
Las rabietas pueden ser una estrategia eficaz para que los niños satisfagan sus necesidades. Cuando un niño tiene una rabieta y sus padres le recompensan con un regalo, se dará cuenta de que las rabietas son beneficiosas. Para evitar una rabieta, no cedas ante tu hijo. Aunque sea más sencillo en lo inmediato, ceder sólo agravará los problemas de comportamiento y la hostilidad a largo plazo.
Las consecuencias deben cumplirse
Para enseñar a su hijo que no se tolerará un comportamiento agresivo o agresivo, es necesario aplicar una disciplina continua. Si su hijo desobedece las normas, aplíquele un castigo cada vez. Pueden ser útiles tácticas disciplinarias como los tiempos muertos o la retirada de privilegios. Si su hijo estropea algo por frustración, pídale que le ayude a arreglarlo o que realice actividades para ayudarle a recaudar dinero para repararlo.
Aléjese de los medios de comunicación violentos
Exponer a su hijo a episodios violentos de la televisión o a videojuegos puede agravar su agresividad. Exponga a los niños a libros, juegos y programas que muestren técnicas constructivas de resolución de conflictos.